En el reconocimiento figuran actos en el Archivo Municipal, programación en la SEMINCI y la colocación de una placa conmemorativa donde los estudiantes se encerraron
Estos son los acuerdos que propone el Grupo Municipal Socialista en la moción que defenderá Pedro Herrero en el Pleno del próximo lunes, moción fundamentada en el cierre de la Universidad de Valladolid en 1975:
- El Ayuntamiento conmemora el 50 aniversario de la movilización cívica en la ciudad de Valladolid en pro del fin de la dictadura, la libertad y la democracia.
- La Corporación Municipal reconoce y agradece los esfuerzos y sacrificios realizados por todas aquellas personas que plantaron cara al franquismo y apostaron por la democracia en aquellos momentos.
- La corporación reconoce la sensibilidad del concejal Rafael González Yáñez, promotor de una moción para que las autoridades del régimen franquista reconsideraran el cierre de la Universidad.
- La corporación reconoce a todas aquellas personas y entidades que hicieron posible la “Universidad paralela” como alternativa al cierre de la Universidad que permitió a muchos estudiantes continuar con la actividad académica.
- El Ayuntamiento instalará una placa conmemorativa en el antiguo Hospital Provincial de Valladolid, donde los estudiantes se encerraron en demanda de un estado democrático con libertades individuales y derechos sociales para todos, como reconocimiento a la lucha estudiantil y social que contribuyó al fin de la dictadura y el inicio de una nueva etapa democrática en nuestro país.
- El Ayuntamiento organizará un ciclo de charlas y mesas redondas para que activistas sociales, historiadores y la comunidad universitaria de la época compartan sus experiencias y reflexiones sobre el impacto de estos eventos en Valladolid y en la Transición democrática española.
- El Archivo Municipal organizará, previo ofrecimiento de colaboración a agencias de noticias y medios de comunicación, una exposición fotográfica y documental de las movilizaciones estudiantiles, laborales y vecinales de 1975, ofreciendo una visión visual y narrativa de los acontecimientos que marcaron la época.
- La programación de la Sección Tiempo de Historia de la próxima edición de la SEMINCI incluirá un ciclo de documentales y películas que aborden el contexto social y político de los años 70 en España con motivo de este aniversario.
“La historia de aquellos años está escrita, pero la mitificación del consenso, del pacto político, ha llegado a ser tan deslumbrante que nos presenta la Transición casi como una democracia otorgada y nos impide ver con claridad lo que ocurrió. Y por ese camino, han ido quedando atrás hechos olvidados o desconocidos para la mayoría; hechos protagonizados por personajes o ciudadanos anónimos, que contribuyeron a hacer posible el paso de la dictadura a la democracia; hechos que forman parte de la memoria histórica de la Transición.”
Estas palabras de la doctora Esteban Recio se refieren a un momento, el 8 de febrero de 1975, cuando Cruz Martínez Esteruelas, Ministro de Educación y Ciencia, ordenó el cierre de las facultades de Filosofía y Letras, Ciencias, Derecho y Medicina de la Universidad de Valladolid por las «reiteradas anomalías de carácter colectivo» que perturbaban el normal desarrollo de las actividades académicas. Esta decisión del régimen, comunicada al rector José Ramón del Sol, afectó a aproximadamente 8.000 estudiantes que se vieron obligados a interrumpir sus estudios hasta el curso siguiente y sólo pudieron realizar los exámenes, de manera extraordinaria, en el mes de septiembre. La encomiable iniciativa de autogestión denominada “universidad paralela” permitió paliar, en parte, los desastrosos efectos de la medida llevando la enseñanza a locales parroquiales, sacristías o cafeterías.
Entre las entidades que hicieron públicas sus peticiones a las autoridades para reconsiderar la medida estuvieron la Diputación de Valladolid, la Diputación de Burgos, el Consejo Provincial de Empresarios de Valladolid, la Cámara de Comercio de Burgos, la Asociación de la Prensa, la Asociación de Amas de Casa, el Colegio de Doctores y Licenciados y un buen número de colegios profesionales. Incluso un grupo de juristas de nuestra ciudad anunció que estaban preparando un “recurso de reposición contra la orden”, calificando la clausura de un curso entero y la desposesión colectiva de matrícula como una disposición ilegal.
Nuestro Ayuntamiento, sin discutir un ápice la decisión de cierre, hizo pública su opinión. El alcalde Julio Hernández envió el 12 de febrero una nota a la prensa en la que declaraba que “es lamentable que situaciones creadas y no compartidas por la mayoría de los alumnos, y menos aún por los profesores y padres, que se ven afectados, haya desembocado en la adopción de una medida que respetamos, porque es una llamada a la atención y a la responsabilidad de cuantos tienen y tenemos la obligación de defender en su justa medida los bienes materiales y espirituales que la sociedad pone a nuestra disposición. Pero que la resolución adoptada ha de causar un grave perjuicio a muchos alumnos y familias (“Diversas”, 1975, 12 de febrero).
El Pleno, a iniciativa del teniente de alcalde, delegado de cultura y concejal elegido por el tercio de representación familiar Rafael González Yáñez, aprobó una moción el 27 de febrero pidiendo audiencia al ministro Martínez Esteruelas y al presidente del gobierno, previa reunión con los procuradores en Cortes por Valladolid, para que se reconsiderase su posición acerca del cierre de las cuatro facultades.
Se conmemora este mes, por tanto, el quincuagésimo aniversario de un acontecimiento que fue reflejo el clima de tensión social y política de la época y que, con epicentro en nuestra Ciudad, marcó la historia más de España en aquel momento. Baste recordar que las acciones de solidaridad contra el cierre de la Universidad de Valladolid supuso en otros Distritos que en las Universidades de Madrid y Bilbao la actividad académica se viera suspendida parcialmente, como lo fue, aunque incluso de manera más sostenida en el tiempo, en las de Barcelona, Zaragoza, Oviedo o Sevilla, mientras que en Salamanca, San Sebastián, Deusto y San Sebastián las huelgas docentes y estudiantiles y las protestas por la situación de la Universidad de Valladolid desembocaron en un cierre indefinido.
En otros Distritos Universitarios, las acciones estudiantiles reclamando la reapertura de la Universidad de Valladolid tomaba la forma de encierros, como el de más de 600 estudiantes en Barcelona – en el seminario conciliar- y unos cuatrocientos en Madrid -en la catedral de San Isidro. El cierre de la Universidad de Valladolid, y así lo expresaron diferentes voces tanto oficiales como oficialistas, era un ejemplo para desanimar cualquier intento de movilización en otras universidades.
Este cierre, sin embargo, no fue un hecho aislado, sino que se enmarcó en un período de efervescencia social en Valladolid. Desde finales de 1974 y especialmente a principios de 1975, la ciudad fue testigo de movilizaciones significativas, como las huelgas en FASA-Renault, donde los trabajadores protestaban por mejores condiciones laborales y derechos sindicales, y a las que se sumaron gradualmente los trabajadores de otras empresas de nuestra Ciudad como Sava, Tecnifer, Tecnauto, Michelín o Nicas o de sectores clave en el tejido industrial como el de la construcción.
Estas demandas laborales acabaron con nueves trabajadores de FASA Renault en la cárcel y con dos de ellos procesados por el Tribunal de Orden Público, además de una serie de represaliados laborales entre los que se encontraba el que sería primer alcalde de la actual etapa democrática de nuestra Ciudad, Tomás Rodríguez Bolaños, a quien su compromiso con los valores democráticos y con su labor sindical le costó el despido de Fasa Renault tras participar en las dos grandes huelgas que tuvieron lugar en 1974 y 1975.
En paralelo, el movimiento vecinal cobró una relevancia singular, especialmente en barrios como Delicias, Rondilla y Pilarica, donde las asociaciones de vecinos luchaban por mejoras en las condiciones de vida y en los servicios básicos de los que, en muchas ocasiones, estas zonas de la Ciudad carecían, demandando, al tiempo, derechos y libertades como expresiones máximas de justicia social.
En muchas ocasiones estas demandas vecinales, estudiantiles y obreras estaban apoyadas por párrocos comprometidos que llegaron a plantear una huelga de misas en varias de sus iglesias como modo de visibilizar su apoyo a las demandas de los trabajadores y de los estudiantes, huelga que el administrador de la Diócesis, Luis Larrea, desautorizó, pero que sirve como piedra de toque para conocer cuál era el estado de la sociedad vallisoletana en aquel momento.
Así pues, conmemorar el 50º aniversario del cierre de la Universidad de Valladolid y las movilizaciones sociales de 1975 supone reconocer el valor y la determinación de aquellos que lucharon por la democracia y la justicia social en tiempos de represión y para limpiar también el nombre de las autoridades locales. Recordar estos eventos no sólo honra a quienes participaron en ellos, sino que también educa a las nuevas generaciones sobre la importancia de la participación ciudadana en la construcción y en la defensa de una sociedad democrática que siempre ha de estar alerta ante cualquier retroceso.”
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